Un poco de mi túnel...

lunes, 1 de agosto de 2011

XXXVI

"...en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío."
 
Fue una espera interminable. No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados. Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mí, como clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que ya estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado.

¡La hora del encuentro había llegado! Pero ¿realmente los pasadizos se habían unido y nuestras almas se habían comunicado? ¡Qué estúpida ilusión mía había sido todo esto! No, los pasadizos seguían paralelos como antes, aunque ahora el muro que los separaba fuera como un muro de vidrio y yo pudiese verla a María como una figura silenciosa e intocable... No, ni siquiera ese muro era siempre así: a veces volvía a ser de piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad, o le había intrigado el lenguaje mudo, la clave de mi cuadro. Y entonces, mientras yo avanzaba siempre por mi pasadizo, ella vivía afuera su vida normal, la vida agitada que llevan esas gentes que viven afuera, esa vida curiosa y absurda en que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad. Y a veces sucedía que cuando yo pasaba frente a una de mis ventanas ella estaba esperándome muda y ansiosa (¿por qué esperándome? ¿y por qué muda y ansiosa?); pero a veces sucedía que ella no llegaba a tiempo o se olvidaba de este pobre ser encajonado, y entonces yo, con la cara apretada contra el muro de vidrio, la veía a lo lejos sonreír o bailar despreocupadamente o, lo que era peor, no la veía en absoluto y la imaginaba en lugares inaccesibles o torpes. Y entonces sentía que mi destino era infinitamente más solitario que lo que había imaginado.

Ernesto Sabato. El Túnel.

martes, 26 de julio de 2011

Una Historia que Comienza (fragmento 2)

"Desde el silencio a que retorno, desde las sombras de las cuales no salí nunca para ti, yo que no habité, no habitaré nunca tu camino, que no conoceré nunca el son de tu voz, tus risas, ni miraré tus lágrimas, que no seré nunca una imagen en tu retina ni un pensamiento en tu alma, pero que te he conocido en un instante tan plenamente como si fueras una obra de mi deseo, yo que no creo en la muerte de los que aman, ni en la vida de los que no aman, te digo lo que no me oirás nunca, y que ya sabes: que es imposible que no seas feliz. Y, sin embargo, nos encontraremos; no aquí en la fantasmagoría terrena, sino en la eternidad del yo indestructible, continuo y consciente de su eterna continuidad pasada y a transcurrir. ¡Nos hemos conocido y amado, cuántas veces!"

Macedonio Fernández. 1940. 

Una Historia que Comienza (fragmento 1)

"Puedo asegurar que estoy tan triste mientras escribo encerrado en habitación inadornada, sin nada que llame o acompañe, en esta pieza que nada me dice, solitario a estas horas del anteamanecer en que todo habla de extenuación, de la vida en muerte, del deseo cansado de no volver a la vida, de haber concluido, que siento miedo de saber que tengo un nombre, que soy humano y existo. ¡Qué soledad terrible! ¿Qué estas, Vida, tejiendo conmigo que tanto seguí y te comprendo? Y tú, dulce criatura, pecho de todo amor, dolorida juventud, flor sin sol, niña que ya dejó sin sueños la vida, incomprendida por los malos, inadvertida por los buenos atareados, ¡qué soledad valerosa la tuya, Adriana, que no tienes siquiera la pluma para envanecerte de quejas como yo en mis cobardías! ¡Adónde voy cayendo! Mis páginas serán siempre veraces. No habrá una de ellas sin el nombre de Adriana, que es mi verdad, sin mi sufrir, que no puedo vencer, sin las fábulas forzadas con que procuro defenderme, hacerme querer de la Vida optimista. En esta desierta hora y abandono, tan débil, tan vencido soy que estoy escondiéndome de todo, porque cualquier cosa que me tocara, una mariposa que volara, un papel que cayera al suelo me derrotaría; si sólo viera escrito mi nombre en algún sobre... ¡Si es sólo el temor de caer más, solo aquí, que me contiene! ¿Hubiera imaginado yo ir cayendo así desde hace tres años, a esta tenuidad, a esta nada de cosa humana tan exangüe que el saber que tengo un nombre entre los sueños y los vivires es un miedo para mí..."

Macedonio Fernández. 1940.

lunes, 25 de julio de 2011

¡Maldito azar!

 ¡Maldito azar! Jamás maldije de ti cuando aparecías y te maldigo ahora en que te ocultas. ¿O se trata de una nueva invención tuya, inconcebible ser, estéril fuente de todo, único superviviente de aquel tiempo en que la necesidad dio a luz la libertad y la libertad fue tan insensata que volvió al seno materno?

¡Maldito azar! ¡Tú, mi único amigo íntimo, único ser al que creía digno de confianza, de mi alianza y de mi enemistad, siempre inestable y siempre igual a ti mismo, siempre incomprensible, eterno enigma!

Tú, al que quiero con toda la simpatía de mi alma, sobre cuya imagen me he formado y he ido perfeccionándome a mí mismo, ¿por qué no te muestras? Yo no mendigo, no te suplico humildemente, para que te manifiestes de una y otra manera, porque en semejante adoración ibas a encontrar una forma de idolatría y no te gusta a ti la idolatría; en cambio, yo te invito a la lucha. ¿Por qué no acudes? ¿O es que se ha aplacado la inquietud del universo, se resolvió acaso el enigma o es que te precipitaste en el abismo de la eternidad? ¡Terrible pensamiento! En tal caso, el mundo del aburrimiento debería detenerse...

¡Maldito azar! Te aguardo. No deseo vencer con máximas ni con lo que los locos llaman carácter. No, yo deseo poetizarte. No deseo ser poeta para los demás; descúbrete y yo seré tu poeta... Luego, podré nutrirme de mi propia poesía, que será mi único alimento.

¿O es que me juzgas indigno? Voy a consagrarme a tu servicio, igual que las bayaderas bailan en honor de su dios. Ligero, con mínima vestimenta, desarmado, renuncio a todo. Nada poseo y nada quiero poseer, a nada amo y por eso nada tengo que perder y así me hice más digno de ti, de ti que tanto te cansaste, en el dilatado tiempo, de robar a los seres humanos aquello que aman, harto de sus cobardes suspiros, de sus rezos interesados. Sorpréndeme, pues estoy preparado...

Pero haz que la vea, muéstrame una posibilidad que ya me parece imposible, indícamela aunque sea entre sombras del Averno, que yo la sacaré hasta aquí arriba; haz, si quieres, que me odie, que me desprecie, que sea indiferente para conmigo, que ame a otro... Yo no temo. Pero agita las aguas estancadas, quiebra la quietud; dejarme morir de inanición de esta manera es algo miserable, que cometes tú al que creía más fuerte que yo...

Sören Kierkeggard. Diario de un Seductor.
 

jueves, 14 de julio de 2011

Ausencia de Dios

 

Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.

Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.

Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.

Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandará siglos de ceniza.

Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.

Mario Benedetti
 

martes, 21 de junio de 2011

Hay un Morir


No me lleves a sombras de la muerte
Adonde se hará sombra mi vida,
Donde sólo se vive el haber sido.
No quiero el vivir del recuerdo.
Dame otros días como éstos de la vida.
Oh no tan pronto hagas
De mí un ausente
Y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi Hoy!
Quisiera estarme todavía en mí.

Hay un morir si de unos ojos
Se voltea la mirada de amor
Y queda sólo el mirar del vivir.
Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es Muerte la libadora de mejillas,
Esto es Muerte. Olvido en ojos mirantes.

Macedonio Fernández

domingo, 12 de junio de 2011

He escrito tantas veces su nombre dentro...



Ana: Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta. Estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande, y eso que las he tenido de muchas clases. Sí, podría contar mi vida uniendo casualidades.

Otto: Es bueno que las vidas tengan varios círculos, pero la mía, mi vida, sólo ha dado la vuelta una vez, y no del todo. Falta lo más importante. He escrito tantas veces su nombre dentro... Y aquí, ahora mismo, no puedo cerrar nada. Estoy solo.

Los Amantes del Círculo Polar (1998).

sábado, 4 de junio de 2011

El mundo es un Almismo

El campo fenomenal que llamamos Mundo, Ser, Realidad, Experiencia, es uno solo y por tanto indenominable: el de "lo sentido" le llamaremos todavía, ni externo ni interno, ni psíquico ni material. Nada que no ocurra para mí, en mi sensibilidad, no ocurre de ningún modo ni en campos psíquicos (otras almas supuestas), ni en el campo supuesto material; la manzana que no veo, toco, huelo, saboreo, no existe; y cuando existe, es decir, cuando la toco, etc., sólo existe la sensación táctil, térmica, etc., que yo siento; es decir, que "se siente" meramente, que "es" estrictamente, pues no habiendo más ser que lo sentido, esta modalidad es indenominable, no es modalidad, es "indecible", porque nombrar es separar, discernir de otra cosa, y no hay "otra cosa" de lo sentido. Las inadecuaciones verbales en que acabo de incurrir e incurriré y que en todas las lecturas de metafísica tropezamos, es una dolencia de la comunicación de ideas, no de su gestión mental, pues en primer término la palabra es instrumento de comunicación y no de pensamiento; se piensa con percepciones e imágenes, se comunica esto con palabras, es decir, se suscitan estas mismas imágenes en otro; en segundo término, en su único uso posible, la comunicación puede usarse con inadecuación para aludir y refutarlas, a otras inadecuaciones verbales que hay ya en la mente del lector o interlocutor. No hay ninguna imagen o percepción propia, exclusiva, como contenido de la palabra materia, y de las palabras tiempo, espacio, yo, substancia, noúmeno. Eso es lo que quiero decir cuando los niego; niego como contenido privativo de esas palabras ninguna imagen; pero no necesito negarlos en sí —sino sólo como contenido de tal o cual palabra— porque la existencia, el ser, no es negable, dado que de nada puedo hablar o pensar si no es existencia, estado, y no es existencia lo que nunca estuvo en mi sensibilidad como imagen o afección. Tal ocurre al Yo, Materia, Tiempo y Espacio. El Yo, Materia, Tiempo, Espacio, son los faltantes en el Mundo: el genio gramatical puede sustantivarlos así con un vocablo que precisamente los niega como substancias y como fenómenos.


Las imágenes de un sueño son tan nítidas y vivas como las de vigilia o de supuesta causa externa; el interés y emociones y agitación fisiológica percibida por un tercero son iguales a las de la vigilia. Nadie insiste en las alegadas diferencias de estas calidades. Quedarían dos diferencias, quizá, a examinar: que el ensueño se regiría por la ley de asociación de las ideas, y que las escenas de un sueño no tienen efectos ni sobre las de la realidad ni sobre las de otros ensueños.


Pero ante todo declárese que si se reconoce la evidencia de que las imágenes de un ensueño tienen nitidez y vivacidad igual a las del vivir, si además tienen relaciones del tipo espacial, de sucesión temporal y duración iguales, y luego que provocan estados emocionales (y fisiológicos: esto ya es calificación externa que aquí está en tela de juicio); si se nota, además, que los estados de la vigilia son, en su mayor porción, más débiles y menos emocionantes que los del ensueño (que casi siempre son acompañados de angustias, terrores o alegrías profundas, en tanto que el cotidiano vivir es en su casi totalidad lánguido y débil, inimportante) y, en fin, que las emociones y aun actitudes del ensueño se perciben en sus efectos en la vigilia (si bien no así las imágenes: los leones, las monedas, las bellas mujeres del ensueño se desvanecen con él), toda la gravedad de una diferencia como la que suponemos entre realidad y ensueño desaparece. Mejor dicho, basta la igual vivacidad de las imágenes y emociones del ensueño frente a las de la realidad para que nuestra vida pudiera, sin ceder en importancia y seriedad, ser toda hecha de ensueño.
 
No toda es vigilia la de los ojos abiertos. Macedonio Fernandez.

jueves, 19 de mayo de 2011

Espero curarme de ti en unos días...


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines

domingo, 15 de mayo de 2011

Maldita idea que no se decide por fugarse de tus pensamientos...


...comienza a pasarse del límite, a tomar voluntad propia. Se empeña en empañar tu visión del mundo. ¡Y estas harto, no soportas más! Quisieras gritar, llorar, golpear, destruir todo lo que se te ponga enfrente. Respiras profundo para lograr calmar los ánimos y no perder los estribos en un arrebato de locura, sin estar convencido realmente de que sea lo correcto. Ahora no lo sabes, pero tal vez el contener ese cúmulo de emociones sólo provoque que un día, en el momento menos pensado, converjan todos y te hagan cometer acciones insospechadas.

Y como origen y causa de toda esta revolución límbica, sabes que existe desde hace ya mucho tiempo un pensamiento que te ronda en innumerables momentos inciertos. Como esas ideas que de repente llegan y al ser percibidas se desechan por su irracionalidad e incoherencia. Pero precisamente ésta comenzó a repetir su aparición con tal frecuencia, que empiezó a darte miedo la insistencia con la que intenta manifestarse ante ti. Y así te encontraste, intercalando entre las posibilidades. A veces te reíste de ella y la olvidaste. Otras te asustaste y decidiste  tratarla con el respeto que semejante revelación se merece. 

Lo que es un hecho es que esa idea te llevó a la creación de otra, y ésta nueva a la creación de otra… y así sucesivamente hasta que terminaste hundido, ahogado en un mar de pensamientos y eso te confunde, sin lograr distinguir algo de lógica en tus juicios. Y ahora no sabes nada… todo es confuso, nuboso, no logras ver a través de esa espesa neblina que se empeña en no disiparse, impidiéndote razonar con serenidad… Ya no sabes ni lo que dices, ni lo que sientes, ni lo que piensas, ni lo que quieres, ni lo correcto o incorrecto de lo que decides. No sabes nada… Te encuentras mareado, con los sentidos imposibilitados, con el mundo dándote vueltas cual rueda de la fortuna…

Cada una de las ideas, cada reflexión, cada razonamiento que intenta proyectarse por encima de los demás y despejar un poco tu visibilidad viciada, termina hundiéndose aun mas en la densa maraña hasta no poder distinguirse el comienzo de uno y el fin del otro. 

Llegas inevitablemente a la pérdida casi total de la cordura, por la desesperación, la cual ni siquiera puedes ubicar en algún punto anatómico específico… No sabes si emerge de la cabeza, o de la garganta, o del pecho,  o de  las manos… O tal vez de todas y cada una de las células que componen tu cuerpo.

Y tú sólo te preguntas... ¿cómo calmar, cómo disipar todo éste torbellino insosegable? Quisieras que no fuera de esa manera pero no puedes evitarlo. Sólo piensas en toparte con una salida de la furia de las mil ráfagas y tempestades que te asedian.

E intentas escribir todo aquello, con la firme esperanza de que quizá al plasmarlo y observarlo en una hoja, o durante el proceso de exteriorizarlo y al leerlo interiorizarlo de nuevo, algo de orden se imponga en el agitado caos… pero este intento solo logra confirmarte que, irremediablemente, el temor de lo intangible te perseguirá hasta el sueño inquieto…

*ojalá pronto pueda deshacerme de tu idea, por que aún no puedo... 

lunes, 2 de mayo de 2011

El Amenazado


Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La
hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición el aprendizaje de las palabras que usó
el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la Biblioteca,
las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre,
la sombra militar de mis muertos, la noche
intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente,
ya el hombre se levanta a la voz
del ave, ya se han oscurecido los que miran por la ventana,
pero la sombra no ha traído la paz.
Es ya lo se, el amor:
la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera
y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con su pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos que cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges.

domingo, 1 de mayo de 2011

1964


I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy solo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Jorge Luis Borges.

martes, 22 de marzo de 2011

El Futuro


Y sé muy bien que no estarás.
No estarás en la calle,
en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia
los completos de los subtes,
ni en los libros prestados
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original
de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré amor mío,
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré las cosas que se sueñan
y sé muy bien que no estarás,
ni aquí adentro, la cárcel
donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles
y de puentes.
No estarás para nada,
no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente
trata de acordarse de ti.

Julio cortázar

lunes, 7 de marzo de 2011

Carta de una Desconocida

Hace algunos dias, tuve la fortuna de ver una película por recomendación de una amiga... y se trata de la cinta de 1948 Letter from an Unknown Woman, dirigida por Max Ophüls y protagonizada por Joan Fontaine y Louis Jourdan. 

Esta historia se desarrolla en Viena, alrededor de 1900. Una noche, Stefan Brand, un reconocido pianista, recibe una carta, una larga y misteriosa carta, que resulta ser de una mujer que conoció en el pasado y que así como conoció, olvidó... Sin embargo, para ella, él fue el motivo por el que siguiera respirando dia a dia... sin él siquiera imaginarse que alguien en este mundo lo amaba de una manera tan desinteresada y entregada, con tanta pasión... que una mujer y su ser entero eran suyos y él nunca lo reclamó... hasta que lee esa carta.

Y la película es muy buena... te lleva a conocer la trágica historia de Lisa de la mano de dialogos perfectamente logrados... hasta un final por demás estrremecedor... 

Pero investigando me encontre con que el filme está basado en una novela de Stefan Zweig publicada en 1922. Así que la busqué... y la leí toda! Es una novela corta, así que me la leí en un rato. Hay algunas diferencias en cuanto a la novela y la película. Por ejemplo,  en la novela él es escritor y no pianista, así como en la manera en que se desarrolla toda la historia. 

 Y si hago mención de la novela, es por que yo la recomendaría ampliamente, más que la película, por que si bien en la cinta hay muy buenos dialogos, en la novela los hay excelentes... en verdad es incomparable lo bien descritas que estan las emociones y sentimientos de ella por parte de Zweig. Así como el final, que tambien es diferente...

 Me permito dejarles aquí algunas frases que son de las que más me marcaron:

"...no podías prestarme más atención que a la cuerda de tu reloj, que en la oscuridad de tu bolsillo va contando pacientemente las horas; que te acompaña a todas partes con sus imperceptibles latidos, semejantes a los del corazón y al que sólo muy de cuando en cuando lanzas una hojeada entre millones de segundos."

"...el miedo a tu ardiente mirada me hacía bajar los ojos como quien se arroja al agua para no ser abrasado por una llama."

"No podía imaginarme que, en realidad, tan lejos de ti estaba en aquel instante, como antes, cuando nos separaban ríos y montañas, no obstante ser un cristal delgado lo que se interponía entre tu persona y mi brillante mirada."

"...involuntariamente bajé la vista, a pesar de mi vivo deseo de contemplar tu rostro, de sentir tu mirada y pasé por tu lado apresurada."

"...y a fuerza de ocuparme de ti había llegado a creer que tú también debías ocuparte de mí, pensar en mí y esperarme. ¡Cómo hubiese podido vivir con la verdad de que no significaba nada para ti; de que en tu memoria no había el menos recuerdo mío! Y aquel despertar ante tu mirada que me indicaba tu olvido, que me decía que ningún hilo de recuerdo, siquiera fuera sutil como el de una telaraña, ligaba tu vida a la mía, fue mi primera caída en la realidad, el primer paso de mi destino."

"y pude notar que mi rápida aceptación te sorprendía, no sé si penosa o agradablemente; de cualquier modo, te vi algo sorprendido. Hoy comprendo bien tu sorpresa; hoy sé que entre las mujeres es costumbre, incluso cuando sienten un ardiente deseo, comenzar por negar, fingir temor o indignación; dejarse convencer por medio de súplicas conmovedoras, de mentiras, de juramentos y promesas."

"No te diste cuenta de que ningún hombre antes que tú había contemplado y tocado mi cuerpo jamás."

"No te acuso de nada, puesto que no me sedujiste, no me mentiste; fui yo misma la que me ofrecí, la que me lancé a tu pecho, la que me arrojé a mi destino. No te acusaré nunca, no; por el contrario, te lo agradeceré siempre pues aquella noche fue para mí infinitamente hermosa y resplandeciente de alegría y me encontraba como sumergida en felicidad. Al abrir los ojos en la oscuridad y sentirte a mi lado me pareció extraño, no ver arriba estrellas, pues sentía tan cerca el cielo. No, mi adorado, nunca, nunca me he arrepentido de aquella hora. Todavía recuerdo que, mientras tú dormías y sentía yo tu aliento y me veía tan cerca de ti en la oscuridad, lloraba de alegría."

"No creas que te acuso: te quiero tal como eres, ardiente, olvidadizo, generoso e infiel; te quiero sólo así, como eras y como eres todavía."

"...nunca me he arrepentido de nuestras noches de amor; siempre he bendecido la hora en que te cruzaste en mi camino; jamás he tenido un reproche para mi amor por ti, y te he amado siempre... y si por ser tuya nuevamente tuviese que volver a pasar por este infierno, iría a ti otra vez, aún sabiendo de antemano lo que me esperaba; ¡Iría a ti, mi adorado, otras mil veces más!."

Como ven, a quienes ya han visto la película, en la novela hay descritas mil sensaciones que la cinta no pude reproducir fielmente, asi que recomiendo que la lean. Y a quienes no han visto la pelicula ni leido la novela, envidio que puedan hacerlo por primera vez , así que obviamente yo les recomiendo que hagan ambas... 

Aquí les dejo el link de la novela de Zweig por si alguien se interesa en leerla:

viernes, 25 de febrero de 2011

Qué me importa




Qué me importa el amor
lo que pedía
era tu ser entero para mí
en mí
en mi vida
aunque no te tuviera
aunque en días semanas meses años
no tuviera aquel dulce olor a flores
de tu piel suave usada
que me daba
todo el amor del mundo.
Lo demás
el amor
qué importaba
qué importa.

Idea Vilariño

lunes, 21 de febrero de 2011

Bienvenida




Se me ocurre que vas a llegar distinta

no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan sólo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
como te pienso y te enumero

despues de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tú nostalgias
y como me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas.

Mario Benedetti