Un poco de mi túnel...

jueves, 19 de mayo de 2011

Espero curarme de ti en unos días...


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines

domingo, 15 de mayo de 2011

Maldita idea que no se decide por fugarse de tus pensamientos...


...comienza a pasarse del límite, a tomar voluntad propia. Se empeña en empañar tu visión del mundo. ¡Y estas harto, no soportas más! Quisieras gritar, llorar, golpear, destruir todo lo que se te ponga enfrente. Respiras profundo para lograr calmar los ánimos y no perder los estribos en un arrebato de locura, sin estar convencido realmente de que sea lo correcto. Ahora no lo sabes, pero tal vez el contener ese cúmulo de emociones sólo provoque que un día, en el momento menos pensado, converjan todos y te hagan cometer acciones insospechadas.

Y como origen y causa de toda esta revolución límbica, sabes que existe desde hace ya mucho tiempo un pensamiento que te ronda en innumerables momentos inciertos. Como esas ideas que de repente llegan y al ser percibidas se desechan por su irracionalidad e incoherencia. Pero precisamente ésta comenzó a repetir su aparición con tal frecuencia, que empiezó a darte miedo la insistencia con la que intenta manifestarse ante ti. Y así te encontraste, intercalando entre las posibilidades. A veces te reíste de ella y la olvidaste. Otras te asustaste y decidiste  tratarla con el respeto que semejante revelación se merece. 

Lo que es un hecho es que esa idea te llevó a la creación de otra, y ésta nueva a la creación de otra… y así sucesivamente hasta que terminaste hundido, ahogado en un mar de pensamientos y eso te confunde, sin lograr distinguir algo de lógica en tus juicios. Y ahora no sabes nada… todo es confuso, nuboso, no logras ver a través de esa espesa neblina que se empeña en no disiparse, impidiéndote razonar con serenidad… Ya no sabes ni lo que dices, ni lo que sientes, ni lo que piensas, ni lo que quieres, ni lo correcto o incorrecto de lo que decides. No sabes nada… Te encuentras mareado, con los sentidos imposibilitados, con el mundo dándote vueltas cual rueda de la fortuna…

Cada una de las ideas, cada reflexión, cada razonamiento que intenta proyectarse por encima de los demás y despejar un poco tu visibilidad viciada, termina hundiéndose aun mas en la densa maraña hasta no poder distinguirse el comienzo de uno y el fin del otro. 

Llegas inevitablemente a la pérdida casi total de la cordura, por la desesperación, la cual ni siquiera puedes ubicar en algún punto anatómico específico… No sabes si emerge de la cabeza, o de la garganta, o del pecho,  o de  las manos… O tal vez de todas y cada una de las células que componen tu cuerpo.

Y tú sólo te preguntas... ¿cómo calmar, cómo disipar todo éste torbellino insosegable? Quisieras que no fuera de esa manera pero no puedes evitarlo. Sólo piensas en toparte con una salida de la furia de las mil ráfagas y tempestades que te asedian.

E intentas escribir todo aquello, con la firme esperanza de que quizá al plasmarlo y observarlo en una hoja, o durante el proceso de exteriorizarlo y al leerlo interiorizarlo de nuevo, algo de orden se imponga en el agitado caos… pero este intento solo logra confirmarte que, irremediablemente, el temor de lo intangible te perseguirá hasta el sueño inquieto…

*ojalá pronto pueda deshacerme de tu idea, por que aún no puedo... 

lunes, 2 de mayo de 2011

El Amenazado


Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La
hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición el aprendizaje de las palabras que usó
el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la Biblioteca,
las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre,
la sombra militar de mis muertos, la noche
intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente,
ya el hombre se levanta a la voz
del ave, ya se han oscurecido los que miran por la ventana,
pero la sombra no ha traído la paz.
Es ya lo se, el amor:
la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera
y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con su pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos que cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.

Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges.

domingo, 1 de mayo de 2011

1964


I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy solo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Jorge Luis Borges.