Un poco de mi túnel...

domingo, 15 de mayo de 2011

Maldita idea que no se decide por fugarse de tus pensamientos...


...comienza a pasarse del límite, a tomar voluntad propia. Se empeña en empañar tu visión del mundo. ¡Y estas harto, no soportas más! Quisieras gritar, llorar, golpear, destruir todo lo que se te ponga enfrente. Respiras profundo para lograr calmar los ánimos y no perder los estribos en un arrebato de locura, sin estar convencido realmente de que sea lo correcto. Ahora no lo sabes, pero tal vez el contener ese cúmulo de emociones sólo provoque que un día, en el momento menos pensado, converjan todos y te hagan cometer acciones insospechadas.

Y como origen y causa de toda esta revolución límbica, sabes que existe desde hace ya mucho tiempo un pensamiento que te ronda en innumerables momentos inciertos. Como esas ideas que de repente llegan y al ser percibidas se desechan por su irracionalidad e incoherencia. Pero precisamente ésta comenzó a repetir su aparición con tal frecuencia, que empiezó a darte miedo la insistencia con la que intenta manifestarse ante ti. Y así te encontraste, intercalando entre las posibilidades. A veces te reíste de ella y la olvidaste. Otras te asustaste y decidiste  tratarla con el respeto que semejante revelación se merece. 

Lo que es un hecho es que esa idea te llevó a la creación de otra, y ésta nueva a la creación de otra… y así sucesivamente hasta que terminaste hundido, ahogado en un mar de pensamientos y eso te confunde, sin lograr distinguir algo de lógica en tus juicios. Y ahora no sabes nada… todo es confuso, nuboso, no logras ver a través de esa espesa neblina que se empeña en no disiparse, impidiéndote razonar con serenidad… Ya no sabes ni lo que dices, ni lo que sientes, ni lo que piensas, ni lo que quieres, ni lo correcto o incorrecto de lo que decides. No sabes nada… Te encuentras mareado, con los sentidos imposibilitados, con el mundo dándote vueltas cual rueda de la fortuna…

Cada una de las ideas, cada reflexión, cada razonamiento que intenta proyectarse por encima de los demás y despejar un poco tu visibilidad viciada, termina hundiéndose aun mas en la densa maraña hasta no poder distinguirse el comienzo de uno y el fin del otro. 

Llegas inevitablemente a la pérdida casi total de la cordura, por la desesperación, la cual ni siquiera puedes ubicar en algún punto anatómico específico… No sabes si emerge de la cabeza, o de la garganta, o del pecho,  o de  las manos… O tal vez de todas y cada una de las células que componen tu cuerpo.

Y tú sólo te preguntas... ¿cómo calmar, cómo disipar todo éste torbellino insosegable? Quisieras que no fuera de esa manera pero no puedes evitarlo. Sólo piensas en toparte con una salida de la furia de las mil ráfagas y tempestades que te asedian.

E intentas escribir todo aquello, con la firme esperanza de que quizá al plasmarlo y observarlo en una hoja, o durante el proceso de exteriorizarlo y al leerlo interiorizarlo de nuevo, algo de orden se imponga en el agitado caos… pero este intento solo logra confirmarte que, irremediablemente, el temor de lo intangible te perseguirá hasta el sueño inquieto…

*ojalá pronto pueda deshacerme de tu idea, por que aún no puedo... 

2 comentarios:

  1. Para deshacerse de una idea nunca es tarde si la luna es buena.
    Un abrazo fuerte.

    ResponderEliminar
  2. Hay veces que quisiera que se fuera, pero comienzo a sospechar que, en el fondo, no quiero deshacerme de su idea...

    Muchos Saludos Miguel... desde el otro lado del Océano!

    ResponderEliminar